Dormir hasta la hora que quieras.
Levantarse, una ducha, cepillarse los dientes y peinar el pelo con los dedos hacia atras aun cuando sabes que no durarà mucho.
Afeitarse o no hacerlo.
Cocinar algo para el desayuno, programar el dia.
Leer algo rapido en internet, actualizar cosas, decirle cosas que no importan a personas que no interesan, comenzar a trabajar, estudiar, leer, entender, descifrar, frustrarte, levantarte por un cafè y recomenzar.
La hora avanza sin ningún interés, las campanadas de la iglesia suenan y ya es hora de comer algo y recuerdas que no has cocinado nada, te enojas, pero no tanto en verdad, porque cocinar no es algo que te moleste, es hasta liberador.
Pones la musica aun màs fuerte para poder escucharla desde la cocina, seleccionas algun disco viejo que te trae ricos recuerdos de paseos del coleio y te acuerdas que hace tiempo no ves a tus amigos del colegio y lo olvidas cuando comienzas a cortar zanahorias o papas o cebollas.
Suspendes todo para almorzar, ves alguna serie de 20 minutos, no hay màs tiempo que eso, actualizas tal o cual cosa, miras quien está conectado, te llevas el plato, vuelves por otro café y comienzas de nuevo.
El dia se corta, revisas correos, envias cotizaciones, actualizas el compu, hablas con alguien entretenido por el mensajero y el dia vuelve a ser circular.
Como Borges y sus ruinas, salvo que está vez nadie me está soñando.
El soñador y el soñado soy yo mismo a mi mismo, porque sabes que la mejor oportunidad que tienes está en el futuro que estás construyendo a diario.
Y muchas personas no lo entienden, probablemente nadie lo haga y te cuestionas y te preguntas y al final ¿Que importa?
Sabes que eres feliz asi.
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